jueves, 14 de diciembre de 2017

PARECIERA EL COMIENZO DE UN FINAL
Rafael Pompilio Santeliz
El verso dio un traspié y se revolcó con otros de iguales intenciones.
La sílaba desvarió su postura balbuceando sonidos guturales, intentando decir algo que no quería.
El lápiz se mojó de sangre circulante, fue al cerebro y pisó acelerador hacia el dedo gordo del pié.
Ahí yacía aplastado el intento de poema con gesto inmisericorde, pegado al fondo, ante una verdad más allá de rima y ritmo.
La fe protagónica y colectiva, yacía por el suelo. Se había evaporado el vino que la sostenía.
Los fantasmas de lo imposible volaron cansados de no asustar a nadie.
El concepto se fue al diccionario y los sinónimos palidecieron ante los colores de la aurora.
El pensamiento fue a las Comunas y consiguió burócratas y otras gentes, comiendo hamburguesas y sonándose monedas en sus bolsillos.
Rastreó a los dioses y estaban en penitencia por las muchas faltas.
Buscó a su amigo y lo halló en franco onanismo con la imagen de su amada.
El loco de la utopía sólo dijo:
-Tengo hambre- y la flor afirmó que saldría a media noche, nada más por un instante.
Poetas y divos lloriqueaban sobre un trono destruido.
El unicornio se vendió al hipódromo del 5 y 6 y el ruiseñor gritó: ¡No jodas!
El cielo se vació de estrellas por la polución.
En el sagrado templo había una fiesta chillona de encumbrados borrachos babosos.
¡Sobrevivencia! Era el sonido repetitivo que retumbaba en los ecos de este encierro, en un mundo tan de otros.
Una mentira piadosa se bamboleaba, en medio de las ruinas bombardeadas, protegiendo las esperanzas de cristal.
¿Qué es lo que están haciendo con el ideal que mantenía nuestra inocencia?
Andábamos envueltos en el mismo jugo, con un sino universal en la sangre.
Hay victorias que no alegran.
Recuerden. Somos la gota que colma la paciencia. Cundimos de miedo con nuestra sombra a quien la debe.
Retomemos el camino de los juntos. Seamos de nuevo el Diógenes que recoge las luciérnagas, para alumbrar con botellas transparentes estos senderos de sueños prometidos.
El frío de las alturas obnubila la visión.
Dice el pueblo que cuando las piedras andan en el mismo río, chocan.
Quiera la vida que nos encontremos en el mismo río…
… jugueteando con el agua que nos lleve a su fin inevitable.
¡¡Sólo el sueño del despierto destruirá el bunker que la dominación ha construido en nuestros corazones!!
¡Sea!

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