HUGO CHÁVEZ Y MANEIRO HACE 40 AÑOS – FEDERICO RUIZ TIRADO

(a Tatiana Carolina Ruiz Yordy)
El 19 de mayo de 1979 se vieron por primera vez este par de gigantes. Alfredo venía de bajar de la montaña con una clara conciencia de las causas de la derrota política y militar de la guerrilla y de lidiar con la vieja política (dogmática, oportunista, mediatizada, vendida al mejor postor, extemporánea, bizarra, sin brújula ideológica) de la izquierda de entonces. Maneiro pensaba, soñaba y por eso mismo intentó construir una vía que diera con una organización de encuentro con los liderazgos naturales de aquella Venezuela subterránea.
Una vez, tras una prolongada travesía por los países árabes y Europa y parte de la América Latina, regreso y nos dijo: “Estamos jodíos, muy jodíos: los únicos que estamos pensando en serio en la toma del poder en el mundo somos nosotros”. Buscaba, negaba. Acertaba, se equivocaba. Conspiraba. Se retiraba a reflexionar. A veces preguntábamos inocentemente algunos, los más jóvenes: “¿Y el gordito, dónde está. Dónde carajo está Maneiro”? La respuesta siempre fue tan misteriosa como cierta. Nos respondían los más cercanos a él: “está pensando”. Y uno creía que era en jodedera hasta que dos o tres meses después convocaba a un pleno, a una reunión a la orilla de un rio, en una casa en La Victoria, en Guayana o en Catia y nos fulminaba con su lucidez, sus bromas, sus análisis sorprendentes, sus propuestas.
Cuando se reunió con Hugo por primera vez Maneiro andaba agitado, como no parecía estarlo el país a pesar de la crisis profunda que vivía. Hugo también vivía un proceso acelerado de toma de conciencia de la degradación nacional, de la crisis que golpeaba y también tenía claro su propósito insurreccional.
Ese día ambos se dijeron sus diferencias, pero más pudo el discreto encanto de sus afinidades sostenidas por el fervor con el que ambos vivieron para la revolución. Ambos nos dejaron, aunque en tiempos distintos, inesperadamente. Se llevaron muchos secretos, muchas claves, muchos acertijos.
 Pero también nos dejaron muchas enseñanzas.
Cómo los extraños a ambos!