lunes, 15 de mayo de 2017

Atrapados en el relato

Carola Chávez.





En las “revoluciones de colores”, los medios de comunicación juegan un rol 
principalísimo construyendo el relato que desdibuja la realidad. Reporteros 
que logran estudiadas imágenes del cinematográfico joven solitario enfrentando 
al monstruo represivo con una simple bandera, sin miedo; la abuela que increpa 
el soldado asesino, sin miedo; los pequeños escolares arrodillados frente a un 
piquete de esbirros de la dictadura, exigiéndoles que paren la masacre, sin miedo… 
Sin miedo, porque, ubicados en la realidad, saben que el monstruo que relatan 
no existe, porque de lo contrario ¿qué mamá en su sano juicio expondría a su niño al 
peligro mortal de enfrentar cara a cara a un esbirro asesino?
De todos modos, el relato se impone descartando toda verdad que lo contradiga. 
“No publiques 
nada que beneficie a la tiranía” -decía un tuit de Mari Montes, periodista opositora, 
a propósito 
del revelador video, publicado por un reportero también opositor, que derrumbaba 
la tesis del 
asesinato Juan Carlos Pernalete, por un impacto de bomba lacrimógena.
No más deslices: editado, con un salto tremendo en la secuencia, presentaron los 
constructores 
del relato el vídeo otro asesinato, el del joven Cañizales, instalando una historia que 
contradice 
a la autopsia; pero no importa la verdad, no importa la justicia, lo que importa es sacarle 
el jugo 
a la muerte.
También con el asesinato de Miguel Castillo esta semana, las evidencias contradicen al 
relato y 
el “periodismo” hace maromas. Darvinson Rojas publicó cuatro honestos tuits 
sobre la 
investigación. Lo mató una metra de metal, disparada a menos de 10 metros, 
por un arma 
de 
fabricación artesanal, decía en tres tuits, y en otro, hablaba sobre el video que 
muestra cómo 
alguien le quita a Castillo, herido de muerte, la cámara Go Pro que llevaba y 
que pudo haber 
grabado a su asesino. Ese tuit, al rato, lo borró.
Sin liderazgo que la contenga, la violencia se desborda, incluso contra los 
periodistas que la 
maquillaron de “resistencia pacífica”. “Un equipo de Globovisión fue rociado 
con gasolina en 
Chacao”, denunciaban periodistas de oposición, pidiendo cordura y respeto. 
Entonces sus 
lectores 
les dejaron bien claro que no hay cordura ni respeto para quienes se atrevan a 
contradecir el 
relato 
que ellos mismos ayudaron a construir.
@Tongorocho

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